Duendes en el papel


     
Los duendes del destino
Juegan con nosotros,
Nos engañan,
Se camuflan en sueños,
En grandes imprevistos.
Nos causan desconcierto
Cuando llegan,
Descubrimos sus pasos
En la sombra
Cuando menos lo esperas.
Nos sorprenden con llanto
Entre tormentas
De abrazos olvidados,
Nos sumergen a veces
En abismos
De espacios divididos
Donde reina la calma.
Se mofan de tus planes
Y entre líneas,
Avanzas a zancadas
Como puedes,
Retándole al destino,
Jugando con el tiempo
Como viene,
Siguiendo tu camino.

Murmullos



Murmullo de palabras
Flotando con el viento
Palabras de alegría,
Palabras de lamento.

Ocultas tras la lluvia,
Perdidas en el tiempo.
A veces pronunciadas
A veces nunca dichas

Palabras que deciden
Sobre el dolor, la ira.
Enredadas en sueños,
Con oscuras mentiras

Dibujadas en albas
De eternas alegrías.
Palabras que te hieren
Palabras que te miman

Palabras infinitas
De ausencias,
De sonrisas.

Equinocio


Como una explosión de color
Que acaricia los sentidos
Los almendros florecen.
Los cerezos, los prunos
Inundan de flores el campo.
La breve belleza de la primavera
Transitoria, efímera.
El olor de la vida
Equinocios de escarcha

Primavera agridulce


Árboles de nata y fresa,
Almendras amargas
Sabor agridulce,
Como la vida.
Por las blancas cumbres
De Sierra Nevada
Vuelan los pájaros
Y en las laderas
Efímeras flores
De muchos colores
Salpican el verde
De la primavera.
De nuevo la vida
Renace insistente.

Tu sitio en el universo


Si te empeñas en buscar
Tu sitio en el universo,
Puede que descubras que eres
Sólo una mota de polvo,
Un tenue brillo distante
La maqueta de un proyecto
De persona, su reflejo.
Puede que te sientas solo,
Diminuto, inexistente
La pieza de un engranaje
De ideas, almas y mentes
Rodeada de otras motas
De polvo, granos de arena
Que van modelando en barro
Cual alfarero en el tiempo
Tu presencia, tu destino,
Tu sitio en el universo.

Eutonía


Vuelven los sonidos de la primavera
La tenue brisa de abril
El arrullo cadencioso del jilguero.
Vuelven las mariposas
A volar coloristas por las flores,
Los aromas de antaño,
Nuevos brotes de vida,
El murmullo lejano
De los niños jugando.
La primavera,
Avanzando a zancadas
Entre campos floridos.
La primavera,
Inyectando alegría, pasión
Eutonía.

El juego del destino


(Para Juan)

Me sumerjo en las líneas
Que acarician tu cara
Como grietas del tiempo,
Como espadas.
Reflejan los silencios,
Las eternas miradas
Teñidas de nostalgia,
Dulce calma.
Tu rostro se dibuja
Entre recuerdos
De otoños compartidos,
De alegrías
Media vida contigo,
Mi mitad,
Sujeto y complemento
Del verbo que me guía
Desde aquella mañana,
Lejana, de aquel día
En que me crucé contigo,
El juego del destino.

A la deriva


A la deriva,
Como un barco sin remos,
Como una hoja seca
En un torrente de lluvia,
Como las nubes
En un día de viento.
A la deriva,
Como un grano de arena
En medio del desierto
Una estrella fugaz,
Un átomo en el tiempo.
A la deriva,
Sin rumbo, sin cimientos.
Así fluyen los versos
Cuando escucho el silencio.

Huellas


De pronto un día te das cuenta
Que ya has vivido más de media vida.
Ves que tus hijos son mayores,
Que está lejos la meta de salida.

Parece que no ha pasado el tiempo
Que aún sientes el acné, la adolescencia
Las carreras delante de los grises,
Las primeras experiencias.

El cálido recuerdo de un momento
De amor, entre la niebla
La emoción de ser madre,
La esperanza, el sentar la cabeza.

Y descubres que tu huella en el camino
A veces es ligera, a veces pesa
Fluctúan las imágenes distantes
Del ayer, mente inquieta

Que transforma la vida en poemas,
En bocetos de sueños,
En huellas.

Tiempo


A veces tienes miedo
Al pensar que envejeces
Te sientes impotente
Con el paso del tiempo.
El ayer, ya tan lejos,
Parece tan cercano
Que en sueños aún consigues
Tocarlo con tus manos.
Y la melancolía,
Que inunda tus recuerdos,
Se transforma en poesía,
Como un espejo eterno
Donde miras a veces
Buscando una respuesta
Que refleja la vida
Que pasa, que te espera.