Dafne y Apolo


Mirando su esbelta figura en el río
Dafne recordaba su infancia en Tesalia
Cuando era una ninfa que alegre pasaba
Ociosa sus días, jugando en el agua.
Apolo la vio y cayó rendido
Cautivo de amor por las flechas de Eros
Y al sentirse herido persiguió a la ninfa
Que al bosque marchó buscando a Peneo.
El dios escuchó su llanto en la huida
Y quiso ayudarla, preso de su ira.
Tocando sus manos surgieron las ramas
Sus pies, en raíces al suelo clavadas.
Y antes de completa la metamorfosis
De Dafne en laurel, Apolo unas hojas
Logró retener, que trenzó en corona.
Y así quedó Dafne siempre junto a él.

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